En Budapest estuvimos durmiendo en el apartamento de un húngaro bastante rarito que nos estuvo enseñando algunos sitios chulos de la ciudad. Un chico bastante atareado, sin amigos, que se pasaba la semana trabajando y los fines de semana intentando recordar el ruso que aprendio en la escuela cuando era pequeño. El motivo de su recuerdo era un viaje. Un viaje que mide 7621 km. Un viaje que vive en tres paises: Rusia, Mongolia y China. Un viaje que se llama Transmongoliano.
Estas en la estación Yaroslavsky de Moscú. Miras el reloj: las dos menos diez. Te preguntas cuántas personas han visto la pequeña aguja sobre las dos menos diez en los últimos 100 años en este andén. El olor a vodka y comida invade tus pulmones. Tus manos victimas del sudor de la expectación humedecen una de las esquinas del billete que sujetas. Ante ti un gigante verde, un dragón de oriente que te llevará hasta Pekín, un tren que se pierde en la infinitud, el Transiberiano…
Todos los días a las dos de la tarde sale de Moscú un convoy de más de un kilometro de longitud con destino a Vladivostok; 9288 km que contienen los parajes más desconocidos, yermos y impredecibles de la señora tierra: taigas, tundras, estepas, bosques y todo un completo marco de ecosistemas asiáticos.
Fue construido en la época zarista, la mano de obra estaba compuesta por prisioneros de guerra, «coolies» traídos de la india y otras pobres gentes. Con el tiempo surgieron nuevas rutas alternativas que se servian de la infraestructura del Transiberiano, como el Transmanchuariano o el Transmongoliano.
Imagina las gentes que te acompañaran en el viaje, todas las paradas que no sabrás ni pronunciar, cuantos paisajes que cambiarán al cruzar ocho husos horarios… la fascinación y el miedo que produce la inmensidad de un viaje de estas características.
El precio del billete para los occidentales es de unos 400 € en primera clase (la tercera clase esta prohibida para los turistas y cuesta solo 79$), y puedes bajar tantas veces como quieras del tren… el tren ofrece una decoración de inicios de siglo que provoca la sensación de viajar también en el tiempo, así como un menu de más de 18 paginas pudiendo degustar platos de casi todas las partes del mundo. Apetece eh?
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